[David Trujillo]: Esta historia comienza en un domingo muy triste para la familia Pizano Ponce de León. Era 11 de noviembre de 2018, el punto más álgido de una tragedia familiar que venía desde hacía varios años. La familia se había reunido en su casa en Subachoque, un pueblo en Colombia a más o menos una hora de Bogotá, para hacer el duelo del padre, que había muerto en esa misma casa hacía tres días. Ahí estaba Juanita Pizano, una de las hijas. En ese momento tenía 19 años.
[Juanita Pizano]: Estábamos como teniendo un momento familiar, la verdad, muy bonito de recordar a mi papá y de acordarnos de cuentos y de reírnos y de llorar un poquito.
[David]: El papá de Juanita, Jorge Enrique Pizano, tenía 57 años y un diagnóstico de cáncer linfático que había logrado tratar, pero un día antes de su cumpleaños, según el informe oficial, una falla cardiaca inesperada terminó matándolo.
Ese 11 de noviembre, Juanita estaba con su mamá, que vivía con Jorge Enrique en esa casa y que lo encontró desplomado en el suelo del baño en la mañana del jueves. También estaban sus hermanos mayores, Carolina y Alejandro, que apenas recibieron la noticia viajaron desde España, donde vivían. Y la esposa de Alejandro, que en ese momento estaba embarazada.
Con los viajes, el funeral, la cremación en Bogotá, y las reuniones con amigos y otros familiares, no habían podido tener un momento íntimo para conversar. Es más, esta era la primera vez que todos iban a la casa. Era, finalmente, un momento para sentirse más tranquilos… o al menos para compartir su duelo en calma.
[Carolina Pizano]: Llegamos allá. Entonces empezamos a ver todas las cosas de mi papá. Y, sí, yo fui la primera que subí.
[David]: Ella es Carolina Pizano, la hermana mayor de Juanita. Le lleva 7 años. Carolina se acuerda que ese día, mientras la esposa de su hermano se quedó en la cocina preparando el almuerzo, los demás empezaron a recorrer la casa.
[Carolina]: Entonces ahí cogimos, bueno, que los relojes de mi papá y no sé qué, sí, cada uno como que fue cogiendo como cositas o las vimos y las dejamos ahí.
[David]: Luego, los tres hijos y su mamá fueron al cuarto principal, donde dormía Jorge Enrique.
[Juanita]: Alejandro empieza a decir como es que yo debería vestirme como me dice mi papá. Y se puso como unos tenis, los tenis que le dimos a mi papá de su último Día del Padre que le regalamos unos tenis…
[David]: Después Alejandro se acercó al escritorio de Jorge Enrique, que quedaba en el mismo cuarto. Ahí seguían algunos papeles, como una lista de tareas por hacer. Alejandro empezó a revisar lo que había.
[Carolina]: Entonces ahí es cuando Alejandro me llama y me dice Caro, mira.
[David]: Le mostró una foto de ella que su papá había puesto en un portarretratos.
[Carolina]: Y para mí fue una… es una foto muy importante porque es como el momento donde superé todos mis traumas, sí, como toda mi depresión. Que mi papá tuviera esa foto ahí era para mí era súper significativo. Y al lado estaba una botella.
[David]: Una botella plástica de agua saborizada con tapa verde. Era pequeña, de tamaño personal.
[Juanita]: Y mi mamá dijo como ay, las agüitas de tu papá. Porque mi papá siempre estaba muerto de la sed. Mi mamá decía que porque había tenido cáncer, pero no tengo ni idea. Pero mi papá siempre estaba muerto de la sed, entonces siempre eran las botellas de tapita verde por ahí.
[Carolina]: Yo de lo que recuerdo, que ni idea si estoy bien o estoy mal, sí estaba bastante llena. Sí, es decir, obviamente no estaba nueva, pero sí tenía por lo menos… por lo menos tres cuartos. Y mi hermano coge la botella, la prueba y dice como qué es esta vaina tan inmunda. Pero yo pensé pues le supo feo y ya. Sí, como debe estar pasada.
[David]: Pero el sabor tuvo que ser más que feo, porque la reacción de Alejandro no fue precisamente de asco. Parecía más de terror. Dejó la botella en el escritorio y se fue corriendo al baño, desesperado.
[Juanita]: Pero gritaba. O sea, estaba como muy asustado, muy paniqueado totalmente. Y empezó como a tratar de escupir en el baño.
[David]: No funcionó. Alejandro salió tambaleándose y empezó a bajar las escaleras como pudo. En ese momento, Juanita agarró la botella. La acercó a su boca.
[Juanita]: No iba a cometer la estupidez de hacer exactamente lo mismo, de tomarme el sorbo, pero sí quería por lo menos percibir qué era lo que había ahí. Y ni siquiera tuve como que voltear totalmente la botella. De sólo poner la boca sentí el sabor más asqueroso y como amargo que yo he podido sentir en mi vida. O sea, solamente lo puedo describir como la muerte.
[David]: Cuando Alejandro llegó a la cocina, se cayó al piso y empezó a convulsionar. Su mamá, sin entender lo que pasaba, trató de levantarlo y ayudarlo de alguna forma.
[Carolina]: Mi mamá intentó meterle el dedo para que vomitara, pero metió el pulgar. Y yo como ¡no! Quité a mi mamá y le metí el índice para que vomitara, pero mi hermano ya estaba rígido, entonces lo que hizo fue morderme y acá tengo la cicatriz.
[David]: Lo montaron rápido en el carro para llevarlo al puesto de salud más cercano. Antes de salir, Carolina subió corriendo y agarró la botella.
[Carolina]: Yo he visto muchas series de médicos. Si saben qué se tomó, saben cómo se puede salvar. Entonces yo fui y cogí la botella y me subí en la parte de atrás del carro, en… en el baúl. Con la puerta esa abierta y todo. Y la puerta se cerró con el golpe de la destapada bajando a toda velocidad. Creo que ahí fue que yo le pasé la botella a mi hermana.
[David]: En unos minutos llegaron al puesto de salud. Alejandro estaba inconsciente. La entrada del lugar estaba vacía, no había quién lo recibiera. Empezaron a pedir ayuda a gritos hasta que salió alguien que lo subió en una camilla. Alejandro estaba perdiendo sus signos vitales. Un paro respiratorio era inminente y ese lugar no estaba equipado para salvarlo. Había que llevarlo inmediatamente a un hospital más grande, que estaba a más de 40 minutos.
[Juanita]: Lo subieron a una ambulancia y yo ahí le entregué la botella a alguien en la ambulancia y les dije: es que esto fue lo que se tomó. Y ahí mi mamá se subió a la ambulancia y el resto estábamos en el carro detrás de la ambulancia y estábamos yendo al hospital de Facatativá, pero perdió los signos vitales.
[David]: No iban a alcanzar a llegar. La ambulancia paró en medio del camino, frente a otro hospital más pequeño, y los paramédicos empezaron a intentar reanimarlo: 30 compresiones en el pecho, dos respiraciones boca a boca… Y así, varias veces. Desde afuera, los demás veían cómo se movía la ambulancia que subía y bajaba en decenas de intentos de reanimación. Así como por media hora.
[Juanita]: Y se empezó a hacer como un tumulto de gente alrededor nuestro, y solamente llorábamos. Y le gritábamos a Alejandro como quédate con nosotros.
[Carolina]: Y yo ahí empecé a gritar: ¿La gente cómo puede creer en Dios? O sea, yo no podía creer que mi papá se hubiera muerto hacía tres días y mi hermano se estaba muriendo. Yo sentía era un odio a Dios tan grande. Yo decía es que no puede existir si esto pasa.
[David]: Pero ya no había nada que hacer. Se había muerto. Alejandro tenía 31 años.
[Carolina]: Y ahí sí y ya todo se derrumbó. Mi mamá daba gritos. La tuvieron que sedar. Es que la vida se parte en dos y yo creo que se parte en mil. Por eso para mí la muerte no es la muerte de la persona, es la muerte de las… de todos los que estaban alrededor de la persona, porque uno deja de ser quien era. Uno cambia muchas partes de uno.
[Juanita]: Y yo no lo podía creer. El peor momento de nuestras vidas, ¿qué significa esto? O sea, mi mamá sólo gritaba, o sea, obviamente como una loca. Le tuvieron que poner unos calmantes. Todo era un absoluto y total caos.
[David]: Pero en medio del caos y del shock en el que estaban todos, Juanita recuerda haber visto la botella.
[Juanita]: La sacaron de la ambulancia y estaban unas enfermeras con la botella. Pero no sé. O sea, yo solamente la vi como pasar, pero no… no sé. Esa fue la última vez que vi la botella.
[David]: A los dos días salió el resultado de la necropsia: intoxicación por cianuro.
Desde Central series y Radio Ambulante Studios, esto es La Ruta del Sol.
La muerte de Alejandro Pizano dejaba muchas preguntas. En los días que siguieron, el caso se fue enredando cada vez más hasta que terminó volcando la atención de todo un país hacia una gran maquinaria corrupta muy grande que operaba no sólo en Colombia, sino en varios países de la región.
Soy David Trujillo. Episodio 1: La botella.
[David]: Que una sustancia sea tóxica depende de muchos factores, pero la cantidad a la que está expuesto el cuerpo es la más importante. La famosa frase “la dosis hace al veneno” es cierta. Tanto, que es sorprendente saber que, por ejemplo, consumir cianuro, el veneno más famoso en las historias de crímenes, es más común de lo que se cree. Se encuentra en las semillas de las manzanas y de las peras. También en el interior carnoso de las pepas de los melocotones, de las cerezas, de las ciruelas, de los duraznos, de los albaricoques. Incluso las espinacas, las almendras, la soya y hasta la yuca tienen esta sustancia. No nos mata, claro, pero solamente porque las dosis son muy, muy bajas.
Pero tampoco hay que confiarse. No es que se necesite mucho cianuro para que sea mortal. Basta con tomar por vía oral entre 150 y 200 miligramos, menos de una pizca, lo que alcanzas a agarrar con dos dedos, o incluso respirar el gas que genera, para que los efectos empiecen a aparecer de inmediato: dolor de cabeza, náuseas, taquicardia, dolor en el pecho, dificultad para respirar. En ese punto, la sustancia ya está dejando a las células sin el oxígeno necesario para producir energía y eso empieza a provocar una cascada muy rápida de efectos mortales.
Empieza con la disfunción del sistema nervioso central, que se refleja en pérdida de consciencia y convulsiones. Luego el cuerpo entra en coma, hay falla cardiovascular, paro respiratorio y daño cerebral. Todo eso dura entre 10 minutos y una hora, cuando la persona muere. Después de eso, quedan algunas señales que los expertos pueden detectar en el cuerpo, como unas manchas rojizas en la piel, la mucosa gástrica de color cereza y algunas veces un olor a almendras amargas.
En el caso de Alejandro Pizano, su familia había visto la reacción inmediata al tomar de la botella. Por eso, su hermana Carolina la había cogido, para llevarla a que examinaran lo que había ahí. Incluso antes de que salieran los resultados de la necropsia, era claro que eso era lo que lo había matado. Pero esa confirmación, para su otra hermana, Juanita, más que darles esa única certeza, les abría nuevas dudas.
[Juanita]: El hecho es que la muerte de mi papá ya no era natural, o sea, ya por lo menos existía la pregunta de ¿qué fue lo que le pasó al papá? No pudo ser natural, porque es que ¿quién puso eso ahí? O sea, todo empezó a tornarse un poco oscuro.
[David]: Y más al saber que durante casi una década, su papá se había dedicado a recoger información muy delicada.
[Juanita]: Mi papá sabía muchas cosas que nadie más sabía.
[Carolina]: Sí, mi papá era una persona muy curiosa y de esa curiosidad tan… como tan positiva, ¿no? De quiero saber cómo funciona esto y voy y pregunto.
[Juanita]: Tenía una gran capacidad de almacenar información en su cerebro que nosotros no… nunca entendimos.
[David]: El papá de Juanita y Carolina, como ya dijimos, se llamaba Jorge Enrique Pizano. Era un ingeniero civil reconocido en su gremio que había trabajado en empresas privadas y en el sector público en Colombia. Se relacionaba muy bien con la gente. Juanita lo describe como alguien muy extrovertido.
[Juanita]: La personalidad de mi papá era totalmente arrolladora, o sea, supremamente carismático. Hacer alguna vuelta en Bogotá a algún centro comercial o algo también era… daba mucha ansiedad porque mi papá se encontraba con 50 personas por cada metro cuadrado y tenía que saludarlas a cada una.
[David]: Muy diferente a la misma Juanita, que desde niña siempre ha sido más tímida y reservada con todo el mundo, incluso con Jorge Enrique.
[Juanita]: Pero mientras fui creciendo mi papá siempre buscó tener una relación cercana conmigo, así digamos yo no lo quisiera y no porque no lo amara profundamente, sino porque a veces me costaba mucho decírselo o en general, expresar cómo me sentía.
[David]: Pero él siempre encontraba la forma de demostrarle su amor sin presionarla, con actos pequeños pero muy significativos. A veces le dejaba en su cuarto libros o notas.
[Juanita]: Notas bastante concisas, pero yo creo que con mucho sentimiento, que tal vez solo él y yo lo entendíamos perfectamente qué había detrás.
[David]: Con su otra hija, Carolina, también tenía una buena relación. Lo que ella más recuerda de él era su sentido del humor.
[Carolina]: Mi papá tenía… tenía un humor muy fino, ¿no? Y muy… era, era demasiado chistoso. Entonces todo el tiempo hacía bromas de todo.
[David]: Aunque a veces discutían, sobre todo porque Jorge Enrique era muy estricto y la presionaba para que hiciera las cosas como a él le parecía mejor.
[Carolina]: Mi papá siempre trabajó muy duro, era muy metódico, muy organizado. Era muy, muy su personalidad, y es que las cosas… mi papá siempre decía: “Es que las cosas se hacen bien o no se hacen”.
[David]: Y con esa idea de hacer las cosas bien aceptó un cargo público en 2008. Lo nombraron gerente del Acueducto de Bogotá. Ahí tendría que seguir las metas de la nueva alcaldía, que consistían, entre otras cosas, en expandir el servicio de agua hacia algunas zonas de la ciudad y descontaminar el río Bogotá.
En esa época, Carolina y Juanita no entendían muy bien lo que hacía su papá. Se imaginaban que tenía algo que ver con tubos, agua y construcción de edificios, pero lo que sí les quedó claro muy rápido fue que no era un trabajo fácil.
[Carolina]: Porque tenía todo el tema de los sindicatos. Llegaba mucha gente a pedirle contratos. El tema de las licitaciones. Y así llegaban muchas personas a solicitar puestos.
[Juanita]: Ahí digamos que pude entender que el trabajo de mi papá no era tan tubos y edificios, sino más gerencial.
[David]: Y político, sobre todo político…
Ese trabajo terminó siendo una tortura para Jorge Enrique, y no pasó mucho tiempo para que empezara a quejarse.
[Carolina]: Mi papá estaba que se moría de la aburrición ya no quería estar más ahí, quería salir de ahí corriendo.
[David]: Porque la situación llegó al punto de ponerse peligrosa.
[Juanita]: Me acuerdo de que él decía que quería renunciar y que quería renunciar y alguna vez lo ví decirle a mi mamá que él quería salir del Acueducto porque personas lo estaban amenazando.
[David]: Juanita, que tenía entre nueve y diez años, no recuerda muy bien si fue su mamá o quién, pero a esa edad le dieron una orden muy clara: no podía contestar el teléfono.
[Juanita]: Veía a mi papá bastante tenso y supe que había personas que habían estado haciendo llamadas amenazantes a mi papá y yo sentía pánico, pero pues no podía decir nada, no podía hacer nada, sobre todo porque se suponía que yo no sabía que eso estaba pasando y se suponía que así supiera, pues que no iba a entender porque era muy chiquita.
[David]: Por esa época a Jorge Enrique le salió una opción para trabajar en el sector privado que lo motivó mucho. Era con el ingeniero civil y banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo, uno de los hombres más ricos de Colombia y dueño del Grupo Aval, uno de los conglomerados empresariales más grandes del país… Y de Latinoamérica. A él pertenecen varios bancos. No sólo colombianos, sino también de otros países de la región: el Banco de Bogotá, el Banco de Occidente, el Banco Popular y AV Villas, entre otros. También tiene inversiones en negocios agroindustriales y mineros, y es dueño de fondos de pensiones, de comisionistas de bolsa, de redes de cajeros automáticos, de empresas de infraestructura energética, de hoteles lujosos y de varios de medios de comunicación, como El Tiempo, uno de los periódicos más importantes de Colombia. Su conglomerado abarca prácticamente todos los sectores estratégicos de la economía colombiana y regional.
Dentro de todo lo que hace el Grupo Aval, también está la inversión en proyectos de construcción de diferentes tamaños, públicos y privados, como complejos de vivienda, puentes, carreteras. Algunas de esas construcciones, como un centro de investigación sobre el cáncer y un edificio en la Universidad Nacional, han sido donadas por el propio Sarmiento Angulo a través de su fundación. Jorge Enrique ya lo había conocido en algún momento mientras estaba en el Acueducto.
[Carolina]: Para mi papá era como un gran hombre, era como una persona que él admiraba profundamente. Entonces Sarmiento le dijo a mi papá un día que le gustaría que mi papá trabajara con él. Sí, como que bienvenido cuando quisiera. Mi papá al día siguiente se fue con su mejor pinta, con su hoja de vida y le dijo: Mire, aquí está mi hoja de vida. Claro, Luis Carlos recibió la hoja de vida y la pasó y dijo como póngamelo en algún sitio.
[David]: Dentro de todo el conglomerado había una posición disponible en Corficolombiana, la empresa encargada de financiar e invertir en todo tipo de negocios, incluyendo los de construcción. Hacía poco tiempo, el consorcio formado por una empresa de Corficolombiana, que se llamaba Episol, y por otros dos socios se había ganado un contrato público-privado muy importante: la construcción del segundo tramo de la llamada Ruta del Sol, una carretera de más de 1.000 kilómetros que conectaría el centro del país con la costa atlántica. Ese segundo tramo, conocido como la Ruta del Sol II, abarcaría más de 500 kilómetros y costaría, según el contrato inicial, más de mil millones de dólares al cambio de la época.
La posición que estaba disponible para Jorge Enrique era la de controller, que básicamente es un auditor.
[Juanita]: Ser controller significa asegurarse de que los pagos estén bajo la ley en cuanto a contratos y en cuanto a lavado de activos.
[David]: O sea, revisar las cuentas del consorcio y verificar que los pagos cumplieran con los estándares internacionales anti lavado de dinero y anti terrorismo. En otras palabras, tendría que asegurar la transparencia del proyecto. No era el trabajo que él soñaba, en realidad quería estar más cerca de Sarmiento Angulo, pero era la mejor opción en ese momento.
[Carolina]: Y aceptó el cargo porque dijo ok, bueno, de algo se arranca, ¿no? Este es como para irme acercando a esa persona que admiro.
[David]: Jorge Enrique empezó en su nuevo trabajo en agosto de 2010. A pesar de todo, estaba entusiasmado. Su personalidad encajaba perfectamente con el rol que iba a desempeñar, y por eso llegó a revisar todo con lupa. Muy rápido notó cosas sospechosas en los documentos.
[Carolina]: Mi papá se empieza a dar cuenta que hay inconsistencias, que hay cosas que no cuadran, que hay pagos que… que de dónde sale esto.
[David]: Cuando llevaba dos semanas en su trabajo, Jorge Enrique escribió un informe que luego revelaría el medio Cuestión Pública. En él advierte que el consorcio estaba haciendo pagos sin un control de firmas de quien los ordenaba. Esos pagos se hacían desde Corficolombiana por un ejecutivo de la otra compañía socia del proyecto sin la autorización para firmarlos.
[Carolina]: Pero claro, mi papá inicialmente fue muy ingenuo. Sí, fue muy ingenuo porque pensó: es un error, hay errores, sí, hay que arreglarlos.
[David]: Pero tantos errores no podían ser normales. Cada vez encontraba cosas más comprometedoras.
[Carolina]: Empresas falsas, firmas falsas. Corrupción, pura y mera corrupción.
[David]: Ya volvemos.
[David]: Estamos de vuelta en la Ruta del Sol.
Entonces… Jorge Enrique Pizano era tan metódico y obsesionado con el orden, que durante su trabajo como controller se dedicó a guardar cada documento que revisó, cada informe que hizo y cada correo electrónico que envió. Según la investigación de Cuestión Pública, uno de esos correos tenía como asunto “Mayores pagos” y lo envió en noviembre de 2013 a dos directivos del consorcio. Allí denunciaba pagos de facturas por, y acá cito, “valores mayores y diferentes a los contratados sin tener el respectivo soporte”. Eran alertas grandes, pero no recibió ninguna respuesta.
En su casa, Jorge Enrique no hablaba de los detalles de su trabajo, pero Juanita recuerda que se quejaba constantemente de la falta de diligencia de sus jefes, de su falta de comunicación.
[Juanita]: Hablaba mucho de cómo lo estaban ignorando. Él decía: intenté hablar con esta persona o tuve esta conversación con esta persona sobre estos pagos y… y juepucha no hacen nada.
[Carolina]: Él llegaba muy molesto a veces a la casa y contaba que no le habían dicho que no… que sí, como que no le habían dado la información, pero inicialmente era como esa molestia típica del hombre que, que… o de la mujer que llega a la casa cargada del trabajo. Ya con el tiempo se fue, se fue volviendo mucho más complejo porque mi papá ya se empezó a dar cuenta que lo que había era grave y que ya muchas personas sabían.
[David]: En 2014 se modificó el contrato inicial de la vía para incluir un nuevo tramo de 80 kilómetros con un costo adicional de más de 500 millones de dólares al cambio de la época, y se encargó esa construcción al mismo consorcio. Jorge Enrique se dio cuenta después, entre otras cosas, de que habían pagado más de 5 millones de dólares al cambio de la época para la gestión de predios de esa obra a una empresa que hasta hacía apenas un año se dedicaba a la fabricación de telas.
Para 2015, las alertas sobre contratos irregulares inundaban el proyecto, pero cuando Jorge Enrique exigía información para levantar sus informes, se la negaban.
[Juanita]: Entonces a él le tocó empezar a ir a tesorería directamente a pedir los pagos que habían salido de Corficolombiana. Le tocó empezar a rogar por esta información, incluso a buscar casi que en las papeleras, pues. Entonces él hablaba de todo esta aventura por la información, porque él ya no se la estaban entregando. Y ese afán tan terrible de ya no tener que hacer en el día a día, porque es que no lo estaban dejando hacer su trabajo.
[David]: En junio de ese año, como también lo reveló Cuestión Pública, les envió un resumen ejecutivo a sus jefes. En él les pedía aplicar la reglamentación interna de antilavado de activos de manera urgente. Les dijo que se estaban pagando facturas sin, y acá cito, “informes respectivos o soportes de los entregables”. Pero nadie le respondió.
[Juanita]: Obviamente él se veía bastante estresado. Sufría mucho de dolores de barriga por literal la gastritis del estrés. O sea, cada vez el estrés era mayor y yo creo que también para todos era un estrés generalizado, una tensión que crecía y crecía. No podíamos ninguno con el estrés. Hasta yo dejé de comer. No, o sea, mi mamá se veía enferma. Mi mamá no podía dormir, no podía tampoco yo creo que comer. Y eso también me causaba ansiedad y temores.
[Carolina]: Yo en cambio siempre he sido bastante evitativa, entonces como prefiero más bien como mirar para otro lado mientras se resuelve. Nunca me imaginé que nada fuera tan grave. Es que yo viví en esta burbuja de niña privilegiada, absolutamente patética. Entonces decía no, pero mi papá… obviamente no va a pasar nada. Sí, como… Sí, no va a pasar nada, no va a pasar nada. Era lo que yo pensaba.
[David]: Pero Jorge Enrique no pensaba lo mismo. No iba a quedarse sentado esperando. Intentó una última opción. Buscó entonces a gente del círculo más cercano a Sarmiento Angulo, el dueño del Grupo Aval. Quería contarles todas las irregularidades y que lo alertaran directamente de lo que estaba pasando. Entre esas personas a las que buscó estaba el asesor legal de la compañía: Néstor Humberto Martínez, un economista y abogado comercial que llevaba varios años trabajando con el multimillonario en distintos negocios importantes, como este de la Ruta del Sol II.
[Juanita]: Los Sarmiento confiaban mucho en Néstor Humberto y ya era la última manera en la que mi papá podía decir bueno, yo hice todo para entregarles esta información a estos tipos y ya verán ellos qué hacen con ella.
[David]: Además de abogado reconocido, Néstor Humberto Martínez era un político bastante experimentado. En ese momento en que Jorge Enrique lo buscó, Martínez llevaba apenas dos meses de haber dejado un cargo político muy importante: Ministro de la Presidencia. Durante un año, Martínez había funcionado como enlace entre el presidente y los demás ministerios y otros poderes del Estado… un cargo tan poderoso que algunos lo llamaban súper ministro.
Jorge Enrique buscó a Martínez por la posición que tenía en el conglomerado de Sarmiento Angulo, sí, pero también porque le tenía confianza… lo conocía desde antes: su hijo Alejandro y el de él eran mejores amigos desde muy niños en el colegio.
Jorge Enrique se reunió con él en agosto de 2015. Ahí le contó, con detalles, lo que ya le había dicho a sus jefes y le entregó pruebas escritas de lo que había encontrado en esos cinco años: copias de los documentos, de los contratos falsos, de los gastos sin soportes y de los informes que había hecho.
[Juanita]: Mi papá le entregó estos informes directamente impresos a Néstor Humberto Martínez, y Néstor Humberto Martínez a nosotros nos dijo, personalmente, que él le entregó ese informe a la Junta directiva.
[David]: Después de eso, Jorge Enrique supo de unas reuniones que tuvieron los socios del proyecto para dejar clara la situación, pero aseguró no haber participado en ellas. Lo que hizo la compañía socia mayoritaria fue contratar a una empresa para hacer un análisis confidencial, entre otras cosas, de la licitación pública de la Ruta del Sol II. El informe de ese análisis, de octubre de 2015, concluyó que, con la información que le dio la empresa, hubo transparencia y legalidad en esos procesos.
Un mes después, una comisión investigadora, también de la socia mayoritaria, redactó otro informe sobre los hallazgos de Corficolombiana, donde Jorge Enrique trabajaba como controller. La conclusión a la que llegaron, según dice ahí, es que después de una verificación detallada, y acá cito, “no se constató que hubiera existido alguna irregularidad protuberante”.
Y no se reportó nada a las autoridades estatales. Jorge Enrique no podía hacer más.
[Juanita]: Como que él ya no tenía de qué quejarse, simplemente no pasaba nada: él iba a la concesionaria, estaba ahí dos segundos porque ya no tenía en qué trabajar, volvía a la casa, almorzaba, se volvía a ir la concesionaria a ver qué podía hacer. Porque poco a poco lo estaban dejando sin trabajo que hacer y estaban yo creo que esperando a que él renunciara, pero él decía yo no voy a renunciar, decía pues que me echen porque yo voy a seguir pues intentando trabajar con lo poquito que tenga, por lo menos, pero no voy a dejar de trabajar ni pues no voy a perder mi trabajo por esto.
[David]: La opción de renunciar ni siquiera era un tema de conversación con la familia.
[Juanita]: Había muchas cosas en las que simplemente no cabía una discusión y yo creo que su trabajo era una de ellas.
[Carolina]: También tenía rabia con mi papá. ¿Por qué, si pudo haber dedicado una vida tranquila, por qué escogió eso?
[Juanita]: Creo que sabíamos que hay cosas que le podíamos decir a mi papá y cosas que no, porque él simplemente hacía lo que él pensaba que era correcto y punto.
[David]: Y para él, lo correcto era seguir insistiendo: reportar las irregularidades que había encontrado hasta que los altos funcionarios de la compañía activaran los mecanismos para detenerlas. Pero también era un seguro para él mismo.
[Carolina]: Para mi papá ya era demasiado importante denunciar, porque es que si no denunciaba, habiendo sabido eso, pues terminaba siendo cómplice. Entonces él no podía desprenderse así como así.
Nunca me imaginé que fuera tan grave. Sí, yo pensé que problemas del trabajo, pues… no me imaginé que fuera todo lo que descubrió y pues en lo que terminó todo.
[David]: Porque tampoco es que hablara de todos los detalles con su familia… salvo con uno de sus hijos.
[Juanita]: Con Alejandro tenían conversaciones muy serias. Como que Alejandro sabía pues claramente todo lo que estaba pasando, pero como que yo sentía que mi papá confiaba en Alejandro como en pocas personas.
[David]: Pero no era sólo una sensación. Jorge Enrique efectivamente le confió muchas cosas a su hijo, y ambos sabían que estos no eran solo problemas laborales. Ni siquiera eran sólo problemas de Colombia. Esto era mucho más grande. Involucraba a gente muy poderosa.
Ya volvemos.
[David]: Estamos de vuelta en La Ruta del Sol.
La información que tenía Jorge Enrique no tenía que ver sólo con una obra, ni siquiera era algo de sólo un país. Recuerden esto que es muy importante: el consorcio encargado de la Ruta del Sol II estaba conformado por tres socios. Dos colombianos, ambos minoritarios. Uno de esos era la empresa Episol, que era de Corficolombiana y que pertenecía al Grupo Aval. Y el tercero, el socio mayoritario, era extranjero, y en ese momento, la compañía de infraestructura más grande del continente. Una compañía que tenía megaproyectos en varios países de Latinoamérica, África, Europa y Estados Unidos. Salvo algunos políticos y empresarios, casi nadie en Colombia había escuchado su nombre. Pero empezó a sonar mucho más a partir de junio de 2015, cuando capturaron en Brasil a la cabeza de esa compañía: Marcelo Odebrecht.
[Periodista]: Según fuentes oficiales, en la operación se detuvieron 59 personas, entre las que figuran los empresarios Marcelo Odebrecht y Otávio Azevedo, quienes presiden las empresas Odebrecht y Andrade Gutierrez.
[Periodista]: Marcelo Odebrecht representa a la tercera generación de la empresa familiar, la mayor de ingeniería de América Latina, ligada también a la construcción de infraestructura para los Juegos Olímpicos de 2016.
[Periodista]: Todo indicaría que los acusados sabían sobre los movimientos de las compañías para la adjudicación de obras para la compañía estatal.
[David]: Y es que un año antes, la policía de Brasil había allanado un lavadero de carros en Curitiba donde, según las sospechas de los investigadores, lavaban dinero.
[Periodista]: A Polícia Federal desmantelou hoje um esquema de lavagem de dinheiro em seis estados e no Distrito Federal.
[Periodista]: Pelo menos 24 pessoas estavam envolvidas na Operação Lava Jato.
[David]: Esa operación, que luego se conoció como Lava jato, terminó descubriendo que esta era la punta del iceberg de un entramado de corrupción enorme en el que Petrobras, la empresa estatal petrolera, gestionaba sobornos entre empresas y políticos de todos los niveles y partidos para asegurar contratos multimillonarios. Una de las compañías involucradas era Odebrecht.
[Periodista]: Este viernes, los presidentes de las empresas constructoras fueron arrestados tras ser acusados de fraude en licitaciones y de sobornos a funcionarios de Petrobras.
[Periodista]: La mayor empresa constructora de Brasil, Odebrecht, manifestó su indignación ante la orden de prisión para cinco de sus ejecutivos por estar presuntamente vinculados al escándalo de corrupción en Petrobras.
[David]: Aunque en ese momento sólo se empezaba a conocer lo que estaba pasando en Brasil, no el escándalo regional que vino después, Jorge Enrique le había compartido a su hijo la evidencia de que esa corrupción había penetrado al proyecto de infraestructura más grande de Colombia.
Y entre muchas de las pruebas que tenía, había unas grabaciones que comprometían a gente muy poderosa.
En los próximos episodios de La Ruta del Sol.
[Néstor Humberto Martínez]: Entonces ahora es que no sabemos cómo… en qué estamos metidos. No sabemos si es que le están dando plata a los paramilitares. Si, si, si hay corrupción, se la están robando ellos de hijueputas ladrones.
[David]: Vamos a escuchar cómo Jorge Enrique se encargó de que las pruebas de las irregularidades que encontró quedaran muy bien registradas.
[Iván Serrano]: Él a las grabaciones les llamaba “los villancicos”. Tengo mensajes suficientes de él diciendo: pronto vas a poder poner los villancicos, no sé qué, pero todavía no. Oye, ten mucho cuidado, de esto depende mi vida y la de mi familia. Tengo unos problemas de seguridad enormes.
[María Jimena Duzán]: Todo el mundo decía que había coimas, pero, pero no se podía probar. Y la primera vez que yo la vi clara fue con estos documentos que me entregó Jorge Enrique Pizano. De otra forma no hubiéramos tenido cómo abrir el escándalo.
[David]: También hablaremos de la controversia que generó la investigación de las muertes de padre e hijo.
[Carolina]: Se la llevaron. Pero yo… en ese momento yo dije pues una toalla con sangre, como no tiene nada que ver con la muerte de mi papá, sí, porque es sangre de dónde. O sea, se afeitó y se cortó, fue lo que yo pensé.
[Periodista]: Oviedo fue más allá. Refutó las afirmaciones de Valdés sobre una toalla manchada de sangre.
[Javier Oviedo Serrano]: ¿Queremos preguntarle al director general cómo puede decir que la mancha de sangre era de Jorge Pizano si no hay una muestra de referencia porque el cuerpo fue cremado?
[David]: Escucharemos del escándalo político que estalló esta tragedia familiar.
[Jorge Robledo]: ¿Qué fue lo que cambió esta historia? ¿Qué es lo nuevo? Todos sabemos: Jorge Enrique Pizano es lo nuevo de esta historia. Jorge Enrique Pizano era un controlador, un auditor de la Ruta del Sol. O sea, una persona que tenía acceso a la información interna de esa empresa, el que podía saber qué era lo que estaba allí sucediendo, y contó una cantidad de verdades tal que las cosas se complicaron y se modificaron.
[David]: Y hablaremos con algunos personajes muy importantes de esta historia que, hasta ahora, habían preferido no dar muchos detalles sobre el caso.
[Carlos Valdés]: La muerte de Jorge Enrique Pizano se planteaba como un hecho político y había un grupo político que acusaba a otro grupo político que se defendía. En medio de eso estaba el director de Medicina Legal y estaba la institución.
[Néstor Humberto]: Yo hace mucho tiempo había tomado la decisión de no volver a hablar de estos temas, porque me parece que mejor que evolucione la historia y la justicia. Pero me pareció una oportunidad chusca: un medio distinto, que saben hacer radio distinta y no están impregnada en los conflictos políticos que vivimos hoy en Colombia, tan jodidos.
Créditos:
La Ruta del Sol es un podcast de Central, el canal de series de Radio Ambulante Studios, y forma parte de la red de podcasts My Cultura de IHeart Radio.
La reportería y producción de este episodio fueron hechas por mí, David Trujillo, con apoyo en la producción de Desirée Yépez. La editora principal es Camila Segura, con edición adicional de Daniel Alarcón, Silvia Viñas y Eliezer Budasoff. Eliezer es gerente del proyecto. La verificación de datos es de Bruno Scelza y de Sergio Sebastián Retavisca. Camilo Vallejo hizo la revisión legal. El diseño y la mezcla de sonido son de Martín Cruz, con música original de Andrés Nusser. La gráfica y la dirección de arte de la serie son de Diego Corzo.
El desarrollo de producto de La Ruta del Sol estuvo a cargo de Natalia Ramírez. La producción digital la hizo Nelson Rauda, con el apoyo de Melisa Rabanales y Samantha Proaño, del equipo de audiencias de Radio Ambulante Studios.
La Ruta del Sol se grabó en Fiona Records.
En iHeart los productores ejecutivos son Arlene Santana y Leo Gomez.
Queremos agradecer a la FLIP por su valioso apoyo en la revisión legal de esta producción y su asesoría en materia de seguridad.
Carolina Guerrero es la productora ejecutiva de Central y la CEO de Radio Ambulante Studios.
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Soy David Trujillo. Gracias por escuchar.